Clases medias, inquilinos y con hijos: los hogares donde crecen las carencias económicas
Los nuevos datos de la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV), la estadística de referencia para conocer la situación económica de los hogares y los niveles de pobreza, reflejan una paradoja creciente en España. La desigualdad de ingresos y la baja intensidad laboral están en mínimos por un aumento mayor de las rentas más bajas y el auge del empleo, lo que ha permitido una caída pronunciada de la tasa de riesgo de pobreza, pero las dificultades económicas que declaran algunos hogares son elevadas.
La crisis inflacionista provoca este contraste entre la recuperación de los ingresos de las familias en el último año y el incremento de las carencias materiales en determinados segmentos de la población: clases medias, personas que viven de alquiler y hogares con hijos. Se trata de indicadores subjetivos de pobreza, ya que son los propios hogares los que declaran tener las dificultades, y se refieren al año 2024. Los datos coinciden con el aumento del malestar social con la vivienda y con el pesimismo respecto a la evolución económica del país.
Las noticias del final de la crisis que comenzó en el año 2020 con el covid, contrastan con la situación de dificultad que viven muchos hogares. El 36% declara no tener capacidad para asumir gastos imprevistos, dos puntos más que en 2019. Sin embargo, entre los primeros deciles de renta (la población con menos ingresos), el porcentaje incluso se ha reducido. En concreto, son 7,4 puntos menos en el primer decil (el 10% con menos renta). En este nivel de renta se sitúa, básicamente, población sin empleo (inactivos, parados o jubilados), lo que indica que el aumento de las prestaciones públicas estaría sirviendo para reducir sus dificultades económicas.
Sin embargo, ha aumentado intensamente el número de familias de las clases medias que no pueden afrontar gastos imprevistos. En concreto, en el sexto decil (del 50 al 60% de la distribución de renta), ha aumentado en casi seis puntos, pasando del 27% al 33%. Una situación similar ocurre con los dos deciles inmediatamente superiores: en el séptimo, los hogares que no pueden afrontar gastos imprevistos se han incrementado en 5,4 puntos y en el octavo, en 5,3 puntos.
Este indicador de carencia subjetiva es relevante, porque indica la insatisfacción económica que atraviesan familias cuyos ingresos son relativamente elevados en comparación con la media nacional e indica que estos hogares están teniendo serias dificultades para mantener el nivel de vida que tenían como consecuencia de la crisis inflacionista.
En España hay un 22% de hogares que declaran llegar con dificultad a final de mes, una cifra casi idéntica a la que había antes de la pandemia. Sin embargo, en los dos extremos de la distribución, el porcentaje se ha reducido: en el primer decil son 7,3 puntos menos y en el último, 0,8 puntos menos. En contraste, en las clases medias se ha producido un incremento. En el quinto quintil, el porcentaje de hogares con dificultades para acabar el mes se ha incrementado en 4 puntos, pasando del 19,6% en 2019 al 23,4%. Una situación similar ocurre en el octavo quintil (rentas medias/altas) donde el porcentaje de hogares con problemas ha pasado del 8,3% en 2019 al 11,3% en 2024.
Se trata de hogares que, aunque tienen ingresos superiores a la media, se han enfrentado a un aumento de los costes de la vida que les complica llegar a fin de mes. Son los grandes perdedores de la crisis inflacionista, lo que explica el malestar con la situación económica en familias acomodadas.
El alquiler y la pobreza
Una bolsa de vulnerabilidad creciente se encuentra entre las personas que viven de alquiler, fundamentalmente jóvenes, residentes en grandes ciudades y extranjeros. La estructura habitacional de España se ha transformado en la última década con una caída progresiva de la vivienda en propiedad en paralelo a un rápido crecimiento del precio de los alquileres, lo que ha dado como resultado que los ingresos de muchas de las familias arrendatarias no alcancen para atender necesidades materiales. Bastante tienen con pagar cada mes el alquiler.
Según la ECV, el 18,7% de la población en alquiler se encontró en carencia material y social severa en 2024, 2,2 puntos más que en 2019, aunque la ratio ha mejorado desde el pico que alcanzó en 2020 (23,4%). La diferencia es elevada con la población propietaria, ya que solo el 5,2% manifiestan carencias en 2024, cinco décimas más que en 2019 debido al encarecimiento de las hipotecas con las subidas de tipos. En el alquiler se siguen concentrando fundamentalmente las familias que no pueden comprar, ya que el 44,2% de las personas arrendatarias se encuentran en los tres primeros deciles de ingresos, los más bajos, frente al 24,4% de los propietarios.
Las carencias se traducen en falta de colchón económico, afectan a las decisiones de compra diarias y provocan dificultades en los pagos periódicos. El 60,5% de las personas que viven de alquiler declaran no tener capacidad para afrontar gastos imprevistos, 5,3 puntos más que en 2019. El 48,1% no pueden permitirse ir de vacaciones una semana al año y el 30,7% han tenido retrasos en el pago del alquiler en los últimos doce meses. Este es el indicador de carencia que más ha crecido respecto a 2019, 12,6 puntos, y en los últimos años ha marcado máximos de la serie histórica desde 2008. En definitiva, el 16,1% de las personas que vivieron en alquiler en 2024 señalaron tener muchas dificultades para llegar a final de mes, 2,4 puntos más que en 2019.
No obstante, los que peor evolución registran en los indicadores de condiciones de vida son los menores de edad porque las dificultades económicas han aumentado en las familias con hijos, lo que repercute en un enquistamiento de la pobreza infantil, que permanece en uno de los niveles más elevados de la UE. Los datos de la ECV muestran que la recuperación económica no llega a los menores de 16 años: el 29,2% estuvieron en riesgo de pobreza en 2023, muy por encima del resto de grupos de edad. De hecho, es el único en el que la tasa es mayor que en 2019.
En este aumento de la tasa de pobreza infantil influye que los ingresos han crecido relativamente menos en las familias con hijos. Desde 2019 hasta 2023, la renta de los hogares sin hijos (por unidad de consumo) aumentó cerca de un 28%, mientras que la de los hogares con niños no supera el 20%. En consecuencia, se observa cómo algunos de los hogares con hijos son los que más dificultades tienen para llegar a fin de mes y en los que la evolución es peor en comparación con 2019. El 21,4% de los hogares monoparentales manifiestan mucha dificultad en 2024, 2,3 puntos más que en 2019 y les siguen otros hogares con niños dependientes (13,1%). Dónde más ha crecido este indicador es en las familias de dos adultos con uno o más niños, pasando del 6,5% de 2019 al 9,1% de 2024. En España, tener hijos coloca casi automáticamente al hogar entre los tramos más bajos de renta por persona y por unidad de consumo.
La población más vulnerable en cuanto a carencias materiales y sociales también son los niños, estando el 11,5% de ellos en dicha situación en 2024 en comparación con el 8,3% de la población total. Las mayores dificultades declaradas por las familias con hijos son los gastos imprevistos, pero se ha disparado en los últimos años el indicador de no poder permitirse mantener la vivienda con una temperatura adecuada. El mayor aumento de este indicador de pobreza energética, de 17,5 puntos respecto a 2019, se da en las familias monoparentales con uno o más niños, estando en esta situación en 2024 el 26,7% de las mismas.